lunes, 7 de septiembre de 2009

ÉRASE UNA VEZ…

En el colegio se promocionaban conductas propicias para la integración social de los hijos de los pobres. En el patio formábamos en fila militar, elevando la mano derecha sobre el hombro de quien nos precedía en la fila, escuchando del himno de la nación mientras se izaba la bandera. Y algunas veces como premio, las firmas editoriales regalaban entradas al cine. Un viernes que llegué algo tarde a clase, regalaron entradas para ver la película de dibujos animados Peter Pan. Mi retrazo me impidió conseguir entradas para la película, pero mi hermana pequeña sí consiguió una entrada sobornando a una compañera de clase.
La pena me consumía porque para mí hubiese sido la primera película de Disney en mi repertorio. No pude ir a verla aquel viernes y a la vuelta del cine mi hermana contaba maravillas de los personajes de ensueño que poblaban el filme. Yo tapaba con las manos mis oídos porque no quería saber nada de aquella estúpida bazofia que los demás habían disfrutado.
En ese gesto se dejaba ver una prematura inclinación al cine difícil frente al cine infantil y pedagógico, donde el bueno tiene cara de pánfilo y viste de color celeste piscina y el malo parece poco menos que un monstruito con los ojos resaltados y el pelo encrespado. Para este creador de origen malagueño no existían los tonos grises. Como si los niños viésemos con tanta claridad quién es el bueno y quién es el malo en el mundo real.
En cambio no me perdía jamás los dibujos de la Warner, algunos de ellos prohibidos en Estados Unidos. El Monstruo de Tasmania, el Gallo Claudio, el Coyote, el pato Lucas, formaban una caterva de seres golfos que empleaban cualquier tipo de arma o estrategia para fastidiar a los demás. Y por defecto terminé adorando el cine en blanco y negro, Chaplin, Buster Keaton, Harold Lloyd, Laurel y Hardy, el cine crudo de Buñuel, Fellini, Berlanga, Bardem, Jacques Tati, Truffaut, y un largo etcétera de autores que no te tomaban por tonto.
Y en su megalomanía, aquel creador del Pato Donald que se había hecho crionizar, nos dejó una panoplia de modelos estúpidos y alienantes. Las chicas se dedicaban a sus labores en la familia Donald. Blancanieves era un poco nifómana si atendemos al número de enanitos, la bella durmiente era una pija que se había pasado con las drogas y esperaba con el mono a que un pijo le trajese un poco de polvo blanco. Las heroínas de Disney eran poco menos que marujas esperando la vuelta del curro de sus machos.
Los modelos que servían de personajes me parecían una aberración contra natura, un prototipo de estupidez clasista en la que todos las cuentos tenían el final que le daba la gana al señor Whalt.
Unos días después de la experiencia y para rentabilizar los recursos didácticos del cine nos propuso la profesora de lengua que escribiésemos un cuento del que nos gustase que se hiciera una película.
Mi historia era la siguiente:
«Caperucita, una huérfana ejemplar.
Como la madre soltera y la abuela de Caperucita están incapacitadas para la vida laboral explotan a la niña para que transporte licores entre ambas, sometiéndola al riesgo de ser violada por un lobo traficante y pederasta y un seprona con escopeta. Al final, la niña huye a la ciudad y comparte piso con Marco que también estuvo un tiempo buscando a su madre de los Apeninos a los Andes. Una vez en la ciudad ponen una peluquería canina y una protectora de animales…»
La profesora llamó a mi madre para tener una charla con ella y mi madre me tuvo castigado varios días, cosa que todavía hoy no entiendo. El arte es libre, ¡cojones!

1 comentario:

  1. jajajajaja, me gusta el final de este capitulo jose, me recuerda a mi, en primero de ESO nos mandaron a escribir una novela corta, y yo escribí una sobre un policía corrupto y alcoholico que traficaba con drogas. La profesora de lengua también mandó llamar a mi madre para hablar con ella y le dijo que yo le preocupaba por las cosas que escribía, como si no existieran este tipo de personas en el mundo real jajajja. Un saludito, me está gustando tu novela me gustaría haberla conseguido en papel, pero no tengo vehiculo para desplazarme hasta sanlucar a comprarla.

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